Es frecuente encontrar en la historia del arte
pintores cuyo estilo, demasiado personal, ajeno a lo que era
considerado lo “normal” en la época, ha intentado ser explicado
atendiendo a razones médicas.
La pintura de Van
Gogh no es ajena a esta especulación, con la salvedad de que sí
parece
confirmado que el pintor holandés sufría algún tipo de enfermedad
mental
partiendo del estudio de su vida y escritos. La cuestión para los
especialistas sería determinar cuál era su dolencia; no en vano,
durante los últimos cien años se han propuestos males tales como la
epilepsia, la esquizofrenia, la depresión, envenenamiento por uso de
determinados colores o la sífilis, por ejemplo. A ello se suman las
últimas palabras que
suelen atribuirse a van Gogh antes de morir: “la tristeza durará
siempre”.
Van Gogh ingresó
voluntariamente en el sanatorio
mental de Saint-Rémy
en 1889. Para entonces, ya había sufrido varios ataques nerviosos,
había
intentado agredir a Gauguin,
cortándose él mismo parte de una oreja (aunque hay investigaciones
que apuntan a que más bien fue Gauguin quien hirió a van Gogh) y
había estado internado en un hospital de Arlés. En su ficha de
ingreso en Saint-Rémy se indicó que: “Padece
de manía aguda con alucinaciones visuales y auditivas que lo han
llevado a mutilarse cortándose una oreja 00 soy de la opinión
de que M. van Gogh padece ataques epilépticos no demasiado
frecuentes y que es aconsejable tenerlo en prolongada observación.”
A partir de
entonces, Van
Gogh experimentó ataques
esporádicos
durante los cuales sufría alucinaciones. A esto se sumaba
la
depresión,
impidiéndole durante temporadas completas pintar algo. Además,
cualquier acontecimiento podía afectarle de manera insospechada. Sin
embargo, a pesar de ello, Van Gogh abandonó Saint-Rémy en mayo de
1890 para dirigirse primero a París y después a Auvers, donde trabó
amistad
con el doctor Gachet,
amigo de su hermano Theo y aficionado a la pintura, y comenzó una
breve pero fecunda etapa artística. De estos momentos data su
obra La iglesia de
Auvers-sur-Oise.
Pero de nuevo una discusión puso fin a la buena
relación con Gachet, la depresión volvió y finalmente, el 27
de julio, Van Gogh se disparó mientras paseaba en solitario por el
campo, falleciendo dos días después. Por si fuera poco, su hermano
Theo, que tanto hizo por Vincent, enloquece meses después
y fallece al año siguiente.
Tal vez estas explicaciones a su estilo, fundamental en
el desarrollo del arte moderno, sean demasiado simplistas, aunque no
podemos olvidar que desde el siglo XIX arte y vida de un artista
están más unidos que nunca, siendo sus obras reflejo de su
biografía personal y espiritual. En cualquier caso, la cuestión
sigue abierta y probablemente así seguirá sin una respuesta
definitiva.
Algunos médicos de la época afirmaron que Van Gogh no sufría
esquizofrenia, dado que esta enfermedad es duradera y crónica,
características que no concordaban con los episodios del artista. La
correspondencia que el pintor mantenía, principalmente con su
hermano, nos ha ayudado a comprender mejor a Van Gogh y lo que le
atormentaba. Gracias a ellas, también sabemos que los
doctores le trataban de epilepsia.