Allá en el norte, en la piedra del mediterráneo donde las
olas crean melodías al chocar contra acantilados espinosos, la espuma de sus
bahías forma el mapa de Alcudia.
Encerrado en un lejano origen por murallas curtidas en mil
batallas, batallones de arqueros y guerreros defendiendo un imperio caído del
que queda la ruina, pero nunca el olvido, sus restos hablan de los gritos que
no se escucharon en su día.
Paseando por su centro encuentro calles contrastadas entre
la modernidad, que va absorbiendo su casco antiguo.
Entre madrugadas del hombre joven, arrugado con canas que
busca su pan entre mares, la coraza creada a base de meses entre redes que al final atrapan los
dos duros que se llevará por captura.
En momentos, cuando creo que no tengo hogar, pienso en ti,
me encuentro en tu suelo, y aunque mis pasos abran nuevos senderos, tu eres
mía, luminosa Alcudia.