Al llegar a Tánger nos esconden en una
cueva de Marshan. Mientras esperábamos embarcar pasó la policía con un coche y
no se detuvo. Al día siguiente salimos en una patera 50 personas, 10 son niños
y 2 mujeres embarazadas.
Esta embarcación es un bote sin cubierta
de madera que tiene diversos usos y una cabida de 40 personas. Hemos embarcado
10 personas más de su cabida sin pensar en el riesgo de naufragio por haber
demasiados ocupantes. Salimos hacia Andalucía un día que había luna llena y el
mar estaba en calma. Nadie nos vio salir, o hicieron como que no nos vieron.
Estábamos apretados, la mayoría de gente estaba en pie,
solo algunos estaban sentados. Sentí frío, mucho frío, y empecé a temblar. Hay
un riesgo de muerte por hipotermia, muchos de nosotros morimos por ese motivo.
Sentí miedo al mar. Se desató una tormenta, hubo olas de 4 metros, no nos
parábamos de tambalear y un compañero se cayó al mar. Hicimos lo imposible por
salvarlo y al final lo conseguimos. Nos desviamos debido a las corrientes de
agua y estuvimos a punto de naufragar. Hubo una corriente de agua que dificultó
la travesía, tuvimos que luchar contra la corriente. Después de unas horas
vieron pasar un barco y este pasó de largo. Estábamos apretados, muchos se
marearon, tenían sed y hambre. Después de recorrer 90 kilómetros divisaron
tierras de España. Desembarcamos en Barbate de Cádiz. Íbamos a desembarcar en
los acantilados, pero debido al temporal fuimos hacia la playa. Vimos el
campanario de la iglesia. Había una barca de la policía pero no nos vio. Sentí
una mezcla de alegría y cansancio. Pensé en mi familia, que había quedado en
África. Llevo un par de monedas en el bolsillo y me decido a llamar a un
conocido para que pase a recogerme, mientras me escondo, no tarda mucho en
llegar, me lleva a su casa, me tiro un par de días en la cama debido al cansancio
del viaje. La casa de mi amigo es vieja pero confortable, descanso unos días
para recobrar fuerzas.